miércoles, 2 de febrero de 2011

AIRES DE REVOLUCIÓN

Parece que algo se está moviendo en el mundo árabe. Primero fue Túnez, ahora Egipto, y ya empiezan a sonar aires de revolución en otros países como Jordania y Yemen. Todos países secularizados por gobiernos que han sido amparados y mantenidos por occidente con objeto de frenar la islamización del oriente más cercano a nuestra civilización; a cambio de esto, sátrapas como Ben Ali en Túnez o Mubarak en el país de los faraones se perpetúan en el poder frenando las ansias de cambio de sus ciudadanos, enriqueciendo sus arcas y manteniendo a su población en permanente estado de excepción. Todo ello, claro está, subvencionado por los dólares y los euros provinientes de Estados Unidos y Europa.
Otros tres gobiernos del norte del Sáhara deberían aplicarse el tan manido refrán español acerca de las barbas del vecino:
Marruecos, Argelia y Libia, paises donde Hassan II, Bouteflika y el ahora bien amado Muammar Al Gaddafi, han hecho del estado el patio trasero de su casa con la aquiescencia una vez más de Europa y Estados Unidos.
Las analogías con los gobiernos de cartón piedra que asolaron el centro y el sur de América en la segunda mitad del siglo XX, son obvias. Aunque allí parece que de un tiempo a esta parte los estados sí han podido sacudirse la dominancia, que no la dependencia, extranjera, y ya comienzan a caminar solos.
Si antes el enemigo lo conformaba el ideal socialista, el gran satán contra el que había que luchar para que el modo de gobierno impulsado por los neoliberales occidentales extendiera sus tentáculos y sus ansias de poder, ahora es la doctrina islámica la justificación para continuar con este nuevo colonialismo.
Pero no nos engañemos, a occidente ni le importan ni nunca le han importado los derechos y el bienestar de los habitantes de estos países, el verdadero fin de este supervisión es el control de las riquezas naturales y la hegemonía de la dictadura de un libre mercado entendido desde el punto de vista occidental: tú lo tienes, yo lo exploto, yo lo vendo y yo me quedo con los beneficios.
Magnífica ecuación.

No hay comentarios: