miércoles, 25 de noviembre de 2009

Hoy se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Sirvan por tanto estas líneas como un sincero homenaje a todas las mujeres del mundo, muchas de las cuales siguen sufriendo hoy en día esta terrible lacra.
Como hombre siento vergüenza ajena ante estas actitudes que muestran muchos de mis congéneres, actitudes ante las cuales no puedo ni callar ni mirar para otro lado.
Ante hombres que confunden el amor con la posesión.
Ante hombres que creen ser más que las mujeres que les rodean.
Ante hombres que imponen su sinrazón con la fuerza de los puños.
La violencia contra la mujer existe desde el momento que el hombre cometió el error de pensar que era superior a ésta. Alentados si duda alguna por dogmas que relegaban a la mujer a un mero plano reproductor y de cuidado de la familia, el hombre se creyó con el derecho de limitarlas a estos dos aspectos y ser él quien decidiera sobre el resto de sus vidas, convirtiéndose en carcelero de su mujer o de sus hijas.
El día de hoy es elegido porque un 25 de Noviembre de 1960 tres hermanas, Patricia, Minerva y María Teresa Mirabal, fueron brutalmente asesinadas en la República Dominicana por orden del dictador Trujillo en virtud de su condición de activistas políticas y defensoras de los derechos de la mujer.
Son sólo tres nombres más a unir a los cientos de miles de mujeres que sufren y han sufrido esta tragedia cada día por el único hecho de ser mujer y vivir en un mundo de hombres que no aceptan que ellas y sus vidas valen tanto como las suyas.
Escribo este artículo con la esperanza de que esto termine de una vez. Y sólo censurando erróneos comportamientos cotidianos anclados en la sociedad y desde la educación podremos derrotar un mal endémico que ya va siendo hora que desaparezca.
Con la intención que llegue el día que el 25 de Noviembre sea tan sólo una fecha más en el calendario.

jueves, 12 de noviembre de 2009

LA ÚLTIMA DE CAMINO

Alucino con las declaraciones de la conferencia episcopal por boca de su portavoz monseñor Camino. Amenaza con excomulgar y califica de herejes y de cometer pecado público a aquellos diputados que voten a favor de la reforma de la nueva ley del aborto.
Convendría recordar a este personaje que se gusta tanto delante de unas cámaras, que estos diputados a los que en nombre de la institución que representa pretende coaccionar de forma tan burda e inquisitoria, fueron elegidos por los hombres y las mujeres de este país para que lo gobernaran y dictaran las leyes oportunas para tal menester, leyes en las que algo tan subjetivo como la superstición no tiene cabida.
Afortunadamente no vivimos en el siglo XV y nuestros diputados están por tanto libres de morir quemados en la hoguera; en vista de ello, Rouco y sus acólitos se tienen que conformar con envíar al infierno a quienes cometan semejante afrenta. Un lugar éste que ahora parece volver a existir según ellos, y que debe ser un lugar maravilloso porque es donde acabaremos todos aquellos que vivimos la vida con cierta coherencia y de acuerdo a nuestra condición humana.