lunes, 2 de septiembre de 2013

LANGOSTO Y LOS BÁRBAROS

Langosto vino al mundo en Salamanca, es un toro bravo, fuerte, esbelto, con la imponente estampa propia de los de su raza recortada en el horizonte de la dehesa salmantina. Desde que nació ha pasado sus días correteando entre encinas, despreocupado, ya que su falta de trapío le descartaba para la lidia. Así su futuro se adivinaba ligado a las tierras que le vieron nacer y, quién sabe, igual hasta podría tener descendencia. 
Pero los bárbaros que periódicamente se llevaban a algunos de sus congéneres para sus sangrientos sacrificios rituales, decidieron otro destino para Langosto; sería trasladado a tierras vallisoletanas y allí le darían muerte para el macabro disfrute de sus gentes.
Así, el próximo día 17, será obligado a pasar entre filas de personas que le abuchearán, le gritarán y le golpearán duramente. Pero no se conformarán con esto, sino que también le perseguirán a caballo y le harán correr durante horas lanceándole sin piedad bajó un sol que abrasará las primeras heridas que se abran en su piel.
Tras horas de sufrimiento Langosto, extenuado, acabará rendido, y una lanza atravesará su costado, dándole muerte y poniendo fin a su agonía.
Allí, en Tordesillas, una mal llamada cultura, una macabra tradición, será la que acabe con su vida dentro de un terrible sufrimiento. 
"Perdónales, porque no saben lo que hacen", podrían bien ser sus últimos mugidos. Pero se equivocaría, pues sí lo saben. Y es el conocimiento del sufrimiento que causan lo que acrecienta su barbarie. Un conocimiento que hace inexplicable que torturas como la que Langosto sufrirá dentro de dos semanas sigan teniendo cabida en la sociedad actual..