martes, 9 de abril de 2013

LO SIENTO, ME HE EQUIVOCADO Y NO VOLVERÁ A SUCEDER


La disculpa que ofreció el rey al salir de la clínica donde fue operado tras su escapada africana, se antoja insuficiente para explicar por qué "quitó de en medio" a su yerno cuando le pusieron sobre aviso acerca de sus actividades, en lugar de denunciarlo; por qué da la impresión que miraba para otro lado mientras se utilizaba el nombre de la corona para lucrar una sociedad "sin ánimo de lucro"; por qué posee cuentas bancarias en Suiza que no tributan en España y por qué parece haber vuelto a tender la mano a su yerno y buscarle un empleo en Qatar, quitándole de en medio una vez más, mientras el juicio en el que está imputado sigue avanzado y ofreciendo datos que indignan cada día más a la opinión pública.
Por tanto, sentirlo y reconocer su equivocación, sí; pero la mejor garantía de que nada de esto volverá a suceder, será su renuncia al trono y la promoción de una consulta a la ciudadanía sobre si es una monarquía lo que quiere para albergar la jefatura de estado.

jueves, 4 de abril de 2013

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA MONARQUÍA


Hace ya casi cuarenta años que murió Franco, la democracia lleva ya tiempo asentada en España, y ya va siendo hora de que sea el pueblo quien elija el modelo de estado que quiere para su país.
La monarquía parlamentaria se reinstauró como un punto intermedio entre quienes se postulaban por la democracia y quienes seguían defendiendo el antiguo régimen, de este modo se acabó aceptando a quien el dictador había elegido como sucesor en pos de una transición que, con la guerra aún muy presente entre las ciudadanía, cerrara las heridas que ésta había abierto en las sociedad española.
Una monarquía nunca puede ir pareja a la democracia, es una reminiscencia de tiempos en los que los ciudadanos ni siquiera lo eran, sino súbditos que debían obediencia absoluta a un monarca, quien, al igual que sucede hoy en día, y así lo dicta nuestra constitución (otro status quo de la época que hace tiempo caducó y precisa reformas), estaba por encima de todo y de todos, no sometiéndose al imperio de la ley, lo que confronta el principio de igualdad ante ésta, fundamental en toda democracia.
Los últimos acontecimientos que están sucediendo alrededor de la casa real, en los que aún está por ver hasta dónde estaría implicado el propio monarca, están abriendo un debate que, legislatura tras legislatura, la esfera política se ha empeñado en mantener cerrado. Un debate que está calando hondo una ciudadanía que cuestiona que aquellos a quienes no han elegido y por la sola razón de cuna, vivan de sus impuestos y escapen de todo control económico y judicial. La reciente imputación de la infanta Cristina ha sido inmediatamente seguida de un recurso por parte de la fiscalía anticorrupción con el fin de evitar esta imputación, lo que hace pensar que, efectivamente, la familia real sigue estando por encima de la ley y los instrumentos del estado velan por ello.
El fin del reinado de Juan Carlos I debe ser un punto de inflexión para que los ciudadanos españoles decidan si la labor de la monarquía en la transición ha llegado a su fin y España debe seguir su camino sin su tutelaje. Y es aquí donde la proclamación de la III República y la restauración del orden anterior que, recordemos, fue derrocado por un golpe de estado apoyado por la propia monarquía y trajo consigo la dictadura franquista, debe ser la alternativa. Un orden más acorde a los tiempos actuales, lejos de castas, cunas y personas por encima de la ley.