Ya tenemos aquí el 2011. Llevo años deseando que el mundo, que es un lugar maravilloso por si mismo, sea también un lugar maravilloso para vivir y compartir. Y esto es algo que nosotros, los humanos, nos empeñamos en contradecir día tras día. Pero no cejaré en mi sueño y seguiré luchando por ese mundo alejado de especulaciones e intereses privados y en el que todos seamos capaces de trabajar juntos en un dirección: un mundo más justo.
Un mundo en el que ni un sólo niño muera de hambre, algo que parece increíble que siga sucediendo en la actualidad; que pasen su infancia jugando a ser niños y recibiendo la educación necesaria para su formación como adultos, alejados de empuñar armas o trabajar en situaciones precarias.
Donde las mujeres sean igualadas en derechos a los hombres y ni una sola de ellas continúe subyugada por mentalidades retrógadas o religiones dogmáticas.
Donde estas mismas religiones ocupen su lugar como conductores de la fe de sus fieles y se mantengan alejadas de toda institución pública o gubernamental.
Donde hagamos entender a los gobiernos que son ellos quienes sirven al pueblo y no al revés, cuestionando su acción desde dentro, movilizándose e involucrándose en las instituciones democráticas, forzándoles a gobernar pensando en el bien común y no en el de unos pocos. Unos pocos que disfrazados de mercados especulan con divisas y mercancías arrastrando a la miseria a millones de personas como consecuencia de su avidez de poder y riqueza.
Un mundo en el que desaparezcan las luchas por una bandera o por un pedazo de tierra y las riquezas que ésta pueda contener, un mundo donde todos seamos capaces de compartir los tesoros que nos ofrece el planeta que habitamos.
Y no puedo olvidarme de ella, de la Pacha Mama, nuestra madre tierra, que nos da la vida y nuestro sustento y a la que seguimos maltratando y expoliando sin miramiento alguno. Un desarrollo sostenible en armonía con el aire que respiramos, el agua que nos da de beber y la tierra que nos alimenta, se hace imprescindible si queremos asegurar nuestra supervivencia como especie.
Sigo pensando que podemos hacer de este mundo ese lugar maravilloso para vivir, depende de todos nosotros. Para ello es necesario involucrarse y concienciarse del poder que tenemos para cambiar las cosas. Pensemos globalmente y actuemos localmente en nuestro pequeño mundo, en la pequeña comunidad donde vivimos, en la que seguro hay mucho por hacer y donde también seguro hacen falta brazos.
Para finalizar, me gustaría despedir estas últimas líneas del año con una frase que alguien dijo una vez:
"Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo conocerá la paz".
Feliz año a tod@s.
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2 comentarios:
Muy bien. Muy bien escrito, pero "¿Tan real como la utopía?".
Por desgracia, el mundo no va por ahí. Se va de nacionalismos, de derechas contra izquierdas y viceversa, de terrorismo por el independentismo y sobre todo muy pronto, de supervivencia, por poder comer y por disfrutar del primer derecho: el derecho al trabajo. AM
Neruda escribío: "Solo con una ardiente paciencia conquistaremos la esplendida ciudad que dará luz,justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano."
Utopía o no, ojala los poetas no callen nunca porque estamos tremendamente necesitados de voces esperanzadoras, así que por todos nosotros pesimistas, KEEP IT UP!
Un abrazo enorme.
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