Se lleva largo tiempo hablando acerca de la propuesta de reforma de la ley del aborto, la actual ley tan sólo despenaliza el aborto en una serie de supuestos, lo que hace necesaria la creación de una ley de plazos similar a la que existe en muchos otros paises de Europa y que otorgue a la mujer el poder de decisión. Esto parece ser entendido por la gran mayoría de la población española, ya que legisla de algún modo aquello que igualmente se hace, pero buscando cómo disfrazarlo de cualquiera de los supuestos que contempla la actual ley.
Sin embargo el gran escollo que encuentra esta ley y que más reticencias abarca es la posibilidad de que las mujeres de hasta dieciséis años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres o tutores legales. A mí realmente no me entra en la cabeza que una hija estuviera dispuesta a pasar por semejante trance sin el apoyo de sus padres; y si yo fuera padre de una adolescente de esa edad que se quedara embarazada y decidiera abortar, quiero pensar que mi relación con mi hija sería lo suficientemente fluida para que pudiera confiarme la situación por la que está pasando. Si hay padres e hijas que no pueden confiarse algo así, indudablemente algo falla en esa familia.
En cuanto a esta ley que se pretende crear, tenemos que pensar que las leyes se hacen para todo el mundo, pretendiendo que en todo momento sea la mayoría de la población la que resulte protegido por ella. Y en este caso es obvio que el hecho de que una chica de dieciseis años aborte sin el conocimiento o el consentimiento de sus padres es algo terrible, pero más terrible aún sería que esa chica se viera obligada por sus progenitores a concebir un hijo que no desea con el que va a tener que vivir el resto de su vida, y muy especialmente durante los próximos años, que son fundamentales tanto en el desarrollo social, cultural y educacional de la mujer de dieciséis años como del recién nacido.
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