Sólo así se puede calificar la propuesta que ha hecho el gobernador del Banco de España, Luis Linde, de crear contratos al margen de convenios o sin la traba de un salario mínimo interprofesional. Contratos, en definitiva, alejados de toda restricción legislativa laboral.
Seguro que muchos empresarios celebraron lo que Luis Linde manifestó; es más, posiblemente fuera él el elegido por la propia patronal para actuar de portavoz suyo y dar voz a una propuesta que ni ellos mismos se atreven a poner sobre la mesa.
¿Cual será la siguiente? ¿Ofrecer trabajo a cambio de tres platos de comida al día? O, a cambio de una jornada más extensa, incluir un pequeño catre en un barracón donde, hacinado junto a a otros compañeros de trabajo, poder descansar unas horas antes de comenzar una nueva jornada.
Las soluciones al problema del empleo en España, a cada cual más lamentable, son unidireccionales, todas parte de una estrategia perfectamente definida que consiste en reducir los derechos y los emolumentos de los trabajadores al tiempo que, inspiradas en el dogma liberal del "laissez faire", se eliminan restricciones al empresario. Soluciones que se está demostrando sólo sirven para empobrecer a los primeros al tiempo que los segundos aumentan su riqueza y su poder.
Es preciso un cambio de rumbo en la legislación y en la cultura empresarial. El recurso humano, mayormente visto por ésta como un mal menor, es, al contrario, un bien necesario e imprescindible para que una empresa funcione. Un trabajador feliz, descansado y motivado siempre rendirá más que uno descontento, agotado y desmotivado.
Una cosa que ni los empresarios ni quienes legislan parecen querer entender.
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