Siempre se ha lamentado la desidia de los españoles hacia la política, el pasotismo de los jóvenes hacia todo lo que les rodea. En estos últimos días estamos asistiendo a la contestación que una gran parte de estos ciudadanos tienen para quienes llevan décadas hablando de su inacción. Son cientos de miles de personas las que han decidido salir a las calles a reclamar que la política regrese allí de donde nunca debió salir, y vuelva a ser de aquellos y trabajar por aquellos a quienes nunca debió dejar de lado.
En los últimos años estamos asistiendo atónitos al ataque frontal que los estados, y en consecuencia la voluntad de sus ciudadanos, están sufriendo por parte de los mercados, como la política acaba siendo un mero instrumento de las grandes empresas y la banca, como el estado del bienestar retrocede ante una sociedad cada vez más polarizada. Asistimos resignados a como gobiernos títeres de todos los colores acatan esta corriente ideológica que se está adueñando del mundo entero y a la que muy pocos se atreven a plantar cara, lo que resulta aún más lamentable cuando son gobiernos que se autoproclaman de izquierdas los responsables de este seguidismo.
Pero aquí tenemos la respuesta de un pueblo hastiado de ver como sus representantes poco o nada quieren o pueden hacer para cambiar el rumbo y devolver la política a las manos del pueblo, olvidando que fueron elegidos para representar a millones de personas, y no a millones de euros en manos de unos pocos. Sus reivindicaciones, su idea de estado, es de izquierda de manual: más y mejores servicios públicos, un mayor control sobre las actividades económicas que evite que se repitan desastres como el actual, un estado creado por y para el pueblo que garantice las condiciones mínimas en las que cada ciudadano desarrolle su existencia. No esperen encontrar a representantes de la derecha en estas concentraciones, al contrario, tiemblan cada vez que la gente sale a la calle y demanda ser escuchada. Es precisamente contra su ideario político, ese que el pp defiende y el psoe acaba aplicando, contra el que se ha levantado la ciudadanía. Sin embargo harían bien los socialistas españoles en escuchar qué demandan estos cientos de miles de personas y revisar qué reclama la internacional socialista; comprobarían que en la teoría no están tan lejos los unos de los otros.
Es por tanto el momento de que la ciudadanía, y aquí incluyo también a los políticos, den un salto hacia delante y evolucionen esta democracia viciada e intervenida. Una democracia que está perdiendo su significado y está dando marcha atrás a pasos agigantados, claudicando ante todo aquello que fue el motivo de su origen. Es el momento de tomar decisiones pensando en los ciudadanos, de dejar de acatar políticas dictadas por organismos que nada tienen que ver con la voluntad de aquellos, es el momento de que quienes vivimos en democracia seamos realmente gobernados por quienes elegimos como nuestros representantes con el compromiso de que sus decisiones velarían por el bien común y por el bienestar de todos y cada uno de nosotros.
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1 comentario:
Yo no dejo de estar convencido que los ciudadanos son los únicos que pueden generar el cambio cualitativo que tanto urgen en las sociedades del mundo. Los ciudadanos pensantes, actuantes, de corazón rebelde, de alma libertaria y de convicción justa, justicia.
Pero, ¿sabes? Mi querido Luiso. Años llevo sintiendo que eso que llamamos democracia está más muerto que Cristobal Colón... Y que debemos urgir por un nuevo modelo de gobierno, por un nuevo sistema de leyes, de enfoques, de instituciones, y sobre todo un nuevo modelo de educación.
Tal vez imposible, demasiado soñar, pero como dices en tu lema del blog. Seamos realistas, pidamos lo imposible.
Los jóvenes y su apatía, a veces quisiera mandarlos a venus, jaja.
Un abrazo
Freddy
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