El próximo mes de noviembre se han concertado reuniones entre las grandes potencias económicas mundiales con la intención de encontrar soluciones a la actual coyuntura económica que nos afecta. Una crisis cuyos máximos causantes han sido los mismos que se sentarán en la mesa con la intención de salvar un sistema que sólo beneficia a unos pocos y que polariza la sociedad. Un sistema que se basa en la desigualdad económica entre aquellos que acaparan la riqueza y aquellos que la generan. Un sistema que convierte a los trabajadores en rehenes de los grandes depositarios de su dinero: la banca.
Durante años se nos ha alentado a consumir, a vivir en un mundo de pose y exhibicionismo; impulsándonos a gastar el dinero que no teníamos. Se ha comerciado obscenamente con elementos necesarios para el desarrollo del individuo y de la sociedad, como son el alimento y la vivienda. Todo ello bajo la tutela de gobiernos que fueron lanzados al estrellato o hundidos sin misericordia por aquellos que precisaban de su aquiescencia para manejar los hilos de los ciudadanos de a pie.
Esto lo sufrimos aquí ahora, en el denominado primer mundo. Pero no muy lejos de nuestras fronteras, hay un tercer mundo que lleva décadas así. Asfixiados por la deuda externa, por las continuas devaluaciones de su moneda. Gobernados por dirigentes en manos de grandes imperios económicos de este primer mundo en el que algunos tenemos la suerte de haber nacido. Estos países actúan como granero del resto, como surtidores de recursos energéticos para que las economías de países más desarrollados funcionen. Estados con una gran mayoría de la población carente de educación, de sanidad y que viven en el umbral de la pobreza, sino inmersos en ella. Estados explotados por estados explotadores.
Ahora que el sistema hace aguas debido a la avaricia desmesurada de sus dirigentes, ahora que las desigualdades creadas por este sistema las vemos aquí mismo es cuando nos hacemos la pregunta ¿dónde ha ido a parar el sudor de mi frente?
Resulta que hasta ahora la única solución que han encontrado los diferentes gobiernos para frenar este hundimiento del sistema es dar dinero a la banca para que esta pueda seguir prestando el dinero que la gente no tiene y así la rueda del consumismo vuelva a girar de nuevo.
Pero no nos engañemos. Ni la banca ni las grandes empresas pierden dinero, únicamente ganan menos y esa pérdida de ingresos la tienen que paliar; por lo que reducen producción, reducen salarios y reducen plantilla. ¿Pretenden aún así que seamos los trabajadores quienes reactivemos la economía? ¿Pretenden que sigamos gastando un dinero que no tenemos?
Quizás haya llegado el momento de redefinir las reglas del juego y crear un sistema más justo e igualitario. Un sistema donde parte de esos beneficios podrían destinarse a aumentar los salarios, donde el tipo de interés aplicado a los préstamos fuera menor. De este modo el ciudadano tendría más dinero disponible para consumo, lo que llevaría a aumentos de producción y por ende se crearía empleo.
Un nuevo sistema también más justo para aquellos países explotados por el primer mundo, ya que comerciando justamente con ellos se permitiría que crecieran económicamente y aceleraran su desarrollo.
Para ello se precisaría de un control de todos los gobiernos, de una verdadera globalización de la economía. Gobiernos por y para el pueblo que sirvan a todos y cada uno de sus ciudadanos. Gobiernos independientes de manos oscuras que mediante regulaciones dicten las normas laborales e intervinieran allá donde hubiera atisbos de caer en la perversión y en los errores que nos han llevado al momento actual.
Quizás sólo así conseguiremos una sociedad más igualitaria y más justa. Un mundo globalizado en el que cualquier ciudadano de cualquier lugar del mundo tenga acceso a una educación, a un sistema sanitario y a una vida digna con todas sus necesidades cubiertas. Y vea como el sudor de su frente sí se refleja en su día a día.
domingo, 26 de octubre de 2008
sábado, 4 de octubre de 2008
Esta semana el tribunal supremo ha dictado sentencia acerca de la denuncia impuesta contra la conferencia episcopal por su negativa a eliminar de sus archivos a aquellas personas que plenamente conscientes de nuestros actos hemos decidido no seguir inscritos en sus registros.
Lamentablemente el tribunal ha decidido aceptar las excusas de la iglesia acerca de la complejidad que supondría buscar en las parroquias las fichas bautismales y ha determinado que no tiene obligación de eliminar por tanto esos registros.
La iglesia, en un nuevo paso en su sectarismo, pretende ignorar la voluntad de miles de personas. Miles de personas que no quieren seguir formando parte de aquello donde fueron inscritos cuando apenas tenían unos meses de vida. Miles de personas que quieren cortar toda unión con una jerarquía retrógada y trasnochada más preocupada de mantener su poder y su status que del bienestar de aquellos seres humanos sobre los que predica una amor incondicional que hace mucho tiempo dejó en el olvido. Miles de personas a quienes se aferra como meras cifras y a las que no piensa renunciar.
Por si esto no fuera suficiente, la conferencia episcopal también lleva tiempo negándose a facilitar los registros de aquellos niños que fueron depositados en sus instituciones en los años posteriores a la guerra civil por sus padres biológicos y fueron posteriormente dados en adopción. Negando a estas personas la posibilidad de conocer sus orígenes.
Ante todas estas patadas a la libertad de pensamiento y asociación del ser humano, ante todas estas actuaciones anquilosadas en unos tiempos de imposiciones sociales, no me queda más que gritar aún más alto:
¡ESTADO LAICO YA!
Lamentablemente el tribunal ha decidido aceptar las excusas de la iglesia acerca de la complejidad que supondría buscar en las parroquias las fichas bautismales y ha determinado que no tiene obligación de eliminar por tanto esos registros.
La iglesia, en un nuevo paso en su sectarismo, pretende ignorar la voluntad de miles de personas. Miles de personas que no quieren seguir formando parte de aquello donde fueron inscritos cuando apenas tenían unos meses de vida. Miles de personas que quieren cortar toda unión con una jerarquía retrógada y trasnochada más preocupada de mantener su poder y su status que del bienestar de aquellos seres humanos sobre los que predica una amor incondicional que hace mucho tiempo dejó en el olvido. Miles de personas a quienes se aferra como meras cifras y a las que no piensa renunciar.
Por si esto no fuera suficiente, la conferencia episcopal también lleva tiempo negándose a facilitar los registros de aquellos niños que fueron depositados en sus instituciones en los años posteriores a la guerra civil por sus padres biológicos y fueron posteriormente dados en adopción. Negando a estas personas la posibilidad de conocer sus orígenes.
Ante todas estas patadas a la libertad de pensamiento y asociación del ser humano, ante todas estas actuaciones anquilosadas en unos tiempos de imposiciones sociales, no me queda más que gritar aún más alto:
¡ESTADO LAICO YA!
viernes, 3 de octubre de 2008
¿DÓNDE ESTÁ LA IZQUIERDA?
El pasado 30 de Septiembre leí en El País una columna de Enric González ante la que no me quedó más remedio que asentir con la cabeza.
Para aquell@s que no tuviérais la oportunidad de leerla os diré que hablaba de la derrota de la izquierda. Ya que si una izquierda ha estado "cerrada por vacaciones" durante todo este periodo de convulsión económica; otra izquierda, o por lo menos eso dice ser, se apunta al carro de este capitalismo en horas bajas y decide tapar los socavones del sistema con cortinillas en lugar de cerrarlos definitivamente y ya de paso darles una mano de pintura.
Lamentablemente será el ciudadano de a pié quien pague los visillos para evitar que la banca muestre sus vergüenzas, y así pasar el periodo de vacas flacas con dinero del contribuyente. La misma banca que primero nos impulsó a consumir compulsivamente con un dinero que ni siquiera teníamos para posteriormente recoger sus beneficios lanza un SOS. Se excedieron en su voracidad y ahora ante la posibilidad de no recuperar el dinero que prestaron reclaman la ayuda gubernamental, a lo que gobiernos de todos los colores han respondido con celeridad con el fin de mantener un sistema que hace aguas.
Aquellos que seguimos pensando que es posible otro sistema que evite las grandes desigualdades económicas, y por ende sociales, que el actual lleva asociadas, no podemos sino lamentarnos por estas actuaciones. Sentimos que se está perdiendo una oportunidad de cerrar definitivamente los agujeros y dar carpetazo a la economía del "todo vale".
Vivimos en la cultura del dinero rápido, del mínimo esfuerzo, de la carencia de escrúpulos y principios. Una cultura en la que vale todo si consigues triunfar, sin importar a quien tengas que pisar para subir más alto. Una cultura que nos hace sentarnos delante del televisor, ver series como la recién estrenada "Sexy Money" o "Sin tetas no hay paraiso" y anhelar la vida de sus protagonistas sin pensar en nada de lo que está sucediendo más allá del sofá. Si hay que apretarse el bolsillo se aprieta un poco y esperamos que mañana todo vuelva al mismo punto donde estaba para poder seguir gastando ese dinero que no tenemos y con un poco de suerte poder emular a cualquiera de los personajes que vemos por la pequeña pantalla.
Sólo me queda una pregunta que lanzar a Enric. ¿Supone esto la derrota de la izquierda como corriente de pensamiento o simplemente demuestra la falta de liderazgo que existe en su seno? Sinceramente espero que sea lo segundo, porque en caso contrario el ser humano habrá perdido gran parte de su condición humana.
Para aquell@s que no tuviérais la oportunidad de leerla os diré que hablaba de la derrota de la izquierda. Ya que si una izquierda ha estado "cerrada por vacaciones" durante todo este periodo de convulsión económica; otra izquierda, o por lo menos eso dice ser, se apunta al carro de este capitalismo en horas bajas y decide tapar los socavones del sistema con cortinillas en lugar de cerrarlos definitivamente y ya de paso darles una mano de pintura.
Lamentablemente será el ciudadano de a pié quien pague los visillos para evitar que la banca muestre sus vergüenzas, y así pasar el periodo de vacas flacas con dinero del contribuyente. La misma banca que primero nos impulsó a consumir compulsivamente con un dinero que ni siquiera teníamos para posteriormente recoger sus beneficios lanza un SOS. Se excedieron en su voracidad y ahora ante la posibilidad de no recuperar el dinero que prestaron reclaman la ayuda gubernamental, a lo que gobiernos de todos los colores han respondido con celeridad con el fin de mantener un sistema que hace aguas.
Aquellos que seguimos pensando que es posible otro sistema que evite las grandes desigualdades económicas, y por ende sociales, que el actual lleva asociadas, no podemos sino lamentarnos por estas actuaciones. Sentimos que se está perdiendo una oportunidad de cerrar definitivamente los agujeros y dar carpetazo a la economía del "todo vale".
Vivimos en la cultura del dinero rápido, del mínimo esfuerzo, de la carencia de escrúpulos y principios. Una cultura en la que vale todo si consigues triunfar, sin importar a quien tengas que pisar para subir más alto. Una cultura que nos hace sentarnos delante del televisor, ver series como la recién estrenada "Sexy Money" o "Sin tetas no hay paraiso" y anhelar la vida de sus protagonistas sin pensar en nada de lo que está sucediendo más allá del sofá. Si hay que apretarse el bolsillo se aprieta un poco y esperamos que mañana todo vuelva al mismo punto donde estaba para poder seguir gastando ese dinero que no tenemos y con un poco de suerte poder emular a cualquiera de los personajes que vemos por la pequeña pantalla.
Sólo me queda una pregunta que lanzar a Enric. ¿Supone esto la derrota de la izquierda como corriente de pensamiento o simplemente demuestra la falta de liderazgo que existe en su seno? Sinceramente espero que sea lo segundo, porque en caso contrario el ser humano habrá perdido gran parte de su condición humana.
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