¿Qué crisis? Son ciclos periódicos que nos asaltan, nos crispan, nos tocan los bolsillos y nos hacen entrar en una dinámica catastrofista para la que buscamos un culpable sobre quien verter toda nuestra frustración.
El ciclo comienza cuando se fomenta el consumo con rebajas de impuestos y de tipos de interés. Los ciudadanos entonces empezamos a consumir, de un modo contenido al principio; para seguidamente, y alentados por nuevas rebajas, lanzarnos en una vorágine consumista, a un consumo desaforado, en el que vivimos por encima de nuestras posibilidades y gastamos más de lo que realmente podríamos o deberíamos, empeñando nuestros salarios con prestamos hipotecarios y personales. Esto lo hacemos gracias a los dos grandes beneficiarios de este sistema: la banca y las grandes empresas, quienes con el beneplacito y la colaboración del gobierno de turno se unen para repartirse el pastel que los trabajadores fabricamos con nuestro esfuerzo a cambio de un "mayor bienestar" prescindible en gran medida. Así, el banco te deja el dinero, que de tus manos pasará a engordar las cuentas de la gran empresa, aumentando tu deuda conforme tu deseo de consumo se hace mayor.
Al cabo del tiempo viene la segunda parte del ciclo, que es cuando la banca decide que ya es hora de recoger beneficios. Entonces los tipos de interés y los impuestos vuelven a aumentar, siempre claro, contando con el visto bueno del gobierno nuevamente. Esto, no sólo frena el consumo, sino que provoca una cascada de reacciones que repercuten en el bolsillo del trabajador. Que en ese momento es cuando se pregunta para qué compraría la casa con pista de paddle y piscina cuando por sesenta mil euros menos la habría podido tener igual pero sin esos extras tan "necesarios". Se pregunta por qué se compró la tele de plasma cuando la otra funcionaba perfectamente.
No mucho tiempo después, la crisis pasa, el ciclo tras un tiempo de contenencia vuelve a empezar con el cebo de unas nuevas rebajas de tipos y todos entonces nos olvidamos de la "crisis" de hace dos años.
Cabe la reflexión de si estas crisis son reales o son creadas por aquellos que son los grandes beneficiados de estos periodos con la inestimable colaboración del trabajador que piensa que si puede tener un coche mejor y más grande que el del vecino mucho mejor.
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1 comentario:
Luiso querido,
esto no tiene mucho que ver con tu tema pero ahí va:
EUROCOPA Y ORGULLO PATRIO
El 10 de diciembre de 1989, a las ocho de la tarde, el país entero se paralizó: Todos los ciudadanos con los ojos pegados a la televisión y el alma en vilo para asistir a la retransmisión de un acontecimiento único cuyo antecedente más cercano se remontaba a 1977. Por fin se había roto el maleficio.
Millones de españoles reunidos en comunión en plazas, bares y casas de amigos festejando ya la ansiada victoria. Banderas rojigualdas inundaban los balcones y los pocos coches que circulaban por las calles hacían sonar el claxon con alegría cada pocos minutos.
No importaba el frío, millares de personas de todas las edades se echaban a la calle bailando y vitoreando con bufandas rojas, la cara pintada de rojo y amarillo y, los más atrevidos, disfrazados de torero o con cuernos o tricornios en la cabeza, y no solo aquí, los presentadores de las distintas cadenas no paraban de entrevistar a los miles de aficionados que se habían desplazado hasta Estocolmo agotando todas las plazas de avión y los veíamos brindar con suecos, alemanes, italianos, y cantar desgañitados “Que viva España” de Manolo Escobar.
A las nueve y tres minutos exactamente llegó el momento cumbre, Camilo José Cela terminaba la última frase de su discurso titulado “El Elogio de la Fábula” y todas las gargantas de este país gritaron al unísono: ―¡ Gooool! ¡Yo soy español, español, español! Y todos los brazos se abrazaron.
Saludos
lids
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