Hugo Chávez siempre ha gozado de mi simpatía. Quizás, el único pero que le ponía era su condición de militar. Es esta condición la que a mi modo de ver explica los grandes fallos de su mandato.
Chávez es un soñador, de verdad cree que es posible cambiar el mundo, y cree que este cambio tiene que tener su semilla en sudamérica. Se dejará la vida en ello si es necesario. Pero debe entender que con cada actuación como la del pasado fin de semana en la Cumbre Iberoamericana carga de razones a aquellos que le critican.
Vayamos por partes.
Tiene razón Chávez cuando acusa al Aznar de estar detrás del fallido golpe de estado que le derrocó momentaneamente el 11 de Abril de 2002. Pedro Carmona Estanga, que era el presidente de Fedecámaras (la patronal venezolana) en esa época, contó con el apoyo logístico de los servicios secretos españoles y fue nuestro ex-presidente quien no perdió tiempo en reconocerle como nuevo presidente del pais caribeño. Repito, tiene toda la razón. Pero no eligió el lugar ni el momento para expresar sus protestas.
Está en lo cierto cuando habla de como las empresas españolas, y no españolas también, han estado durante años beneficiándose de las riquezas naturales venezolanas, y del resto del continente, explotando sus inmensas reservas energéticas y alimentarias sin que los beneficios producidos revertieran lo más mínimo en el pueblo sudamericano. Y es por eso que desde que comenzó su mandato la nacionalización de esas riquezas ha sido parte esencial de su programa. Algo a lo que se han sumado afortunadamente otros gobiernos de la zona.
Esto último es lo que molesta de verdad a todos aquellos gobiernos que critican a Chávez. En el mundo en que vivimos son, lamentablemente, las grandes empresas, y no los ciudadanos representados por los políticos, quienes de verdad mandan. Y que alguien se quiera salir de la rueda para encima quitarles la teta de la vaca es lo que de verdad molesta, no el hecho de que sea supuestamente un dictador (ellos han puesto y depuesto dictadores continuamente).
Por eso nos hablan de él como si fuera el mal mismo, manipulan constantemente la información con el fin de sembrar animadversión hacia su persona.
Cerró Radio Caracas. Yo nunca defenderé que se censure o se amordace la palabra. Pero, contrariamente a lo que se nos contó aquí, las razones por las que la cerró están próximas a las actuaciones de la justicia española con los diarios eguin y gara; ya que incitaban a la rebelión y a la desobediencia civil, además de estar detrás del fallido golpe de 2002.
Pero Chávez no es un dictador. Ha sido elegido democraticamente por el pueblo venezolano y será su presidente hasta que el mismo pueblo que le ha encumbrado al poder decida que su momento ha pasado. Chávez es un militar, y es al pensar como militar cuando comete esos errores a los que me refería al principio. No puede soportar el hecho de no controlar todo lo que sucede, y esto le lleva a la omnipresencia, a sentirse protagonista en todo momento y también, desgraciadamente, a tomar decisiones dictatoriales.
Chávez huye hacia delante. Es ese afán de protagonismo el que le llevó al enfrentamiento con el rey el sábado pasado. Y es también ese afán de protagonismo por el que pretende reformar la constitución y buscar la forma de perpetuarse. Se equivoca. Triunfan las ideas, no las personas. Y las ideas del nuevo socialismo que ha adoptado para dirigir venezuela son las que debe procurar que calen en la sociedad y no imponerlas. Dar un paso a un lado, delegar responsabilidades y gobernar junto al resto de su gobierno es lo que debería hacer.
Y olvidar de una vez el militar que fue.
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