lunes, 6 de agosto de 2012

¿Y SI ECHAMOS A ALEMANIA DEL EURO?

En el pensamiento alemán , dominar Europa ha estado siempre entre sus objetivos. De una forma o de otra, echemos la vista atrás y recordemos las dos grandes guerras, Alemania siempre ha pretendido que el resto de países del continente bailaran al son que marcaba el Reichstag, o el el actual Bundestag.
Después de la devastación que el país sufrió tras la II guerra mundial, el gigante (o quizás deberíamos decir el ogro) alemán durmió durante décadas al amparo de la nueva Europa que surgió, y que con la premisa de la solidaridad interestatal, fue fundamental en su recuperación.
La influencia alemana aumentaba en el continente conforme el país crecía de nuevo económicamente, y la siguiente gran crisis económica que sufrió el país, con motivo de la reunificación de las dos alemanias, fue de nuevo rapidamente solventada gracias al apoyo del resto de paises de la Unión Europea, que no dudaron en tender sus manos (y sus economías) a la nueva Alemania.
Poco después de este hecho histórico, Europa creó la moneda única, el euro; el cual debió cumplir para su nacimiento todas las condiciones exigidas por Alemania, donde además quedó fijada su sede, el Banco Central Europeo, en contacto directo con el gobierno alemán y al son de sus dictámentes.

Alemania encontró de este modo, en unos pedazos de papel y cobre, la forma de tener dominados al resto de países del continente, sin guerras de por medio.
Europa entera se encuentra hoy en día a merced de los deseos de Alemania, y éstos, instrumentados por el BCE, sólo buscan el beneficio propio, aun a riesgo de hundir a los demás países europeos.
Por eso, la decisión no debe ser qué país abandona o no el euro, sino expulsar a Alemania de la moneda única y crear la Europa social y solidaria que se soñó tras la penúltima intentona alemana por lograr dominar el continente. Un viejo sueño, que si no evitamos el resto de paises de la Unión, acabará siendo realidad.

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