martes, 19 de junio de 2012

LA TORRE CÍVICA

En Sevilla, a orillas del Guadalquivir, junto al tradicional puente del "cachorro", se alza un símbolo de estos desoladores tiempos que vivimos. Un armazón de hormigón que saluda la entrada a la ciudad por su lado oeste y cuyo perfil pone a sus pies el barrio de Santa Cruz y hasta a la mismísima Giralda; cuyo giraldillo, guardián tenaz de los altos aires de la capital hispalense, poco puede hacer, salvo asistir impávido a como su, otrora virgen, reino aéreo, es violentado por semejante atrocidad estética.
Es la torre de banca ¿cívica? (miren la definición de civismo en el diccionario y traten de averiguar qué puede haber de él en la banca), la cual no sólo desafía a la UNESCO, que amenaza con retirar la calificación de patrimonio de la humanidad a la ciudad gracias al "civismo" arquitectónico del banco propietario del edificio; sino que desde sus más de cien metros de altura se regodea y se pavonea ante aquellos ciudadanos que con cerca de mil millones de euros de sus impuestos evitaron la quiebra de la entidad y han sufragado sus discutibles gustos arquitectónicos.

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