LA TORRE CÍVICA

En Sevilla, a orillas del Guadalquivir, junto al tradicional puente del "cachorro", se alza un símbolo de estos desoladores tiempos que vivimos. Un armazón de hormigón que saluda la entrada a la ciudad por su lado oeste y cuyo perfil pone a sus pies el barrio de Santa Cruz y hasta a la mismísima Giralda; cuyo giraldillo, guardián tenaz de los altos aires de la capital hispalense, poco puede hacer, salvo asistir impávido a como su, otrora virgen, reino aéreo, es violentado por semejante atrocidad estética.
Es la torre de banca ¿cívica? (miren la definición de civismo en el diccionario y traten de averiguar qué puede haber de él en la banca), la cual no sólo desafía a la UNESCO, que amenaza con retirar la calificación de patrimonio de la humanidad a la ciudad gracias al "civismo" arquitectónico del banco propietario del edificio; sino que desde sus más de cien metros de altura se regodea y se pavonea ante aquellos ciudadanos que con cerca de mil millones de euros de sus impuestos evitaron la quiebra de la entidad y han sufragado sus discutibles gustos arquitectónicos.

RESCATE DIVINO

Parece que a pesar de los más de treinta años de vigencia de la constitución, una constitución que, recordemos, recoge la aconfesionalidad del estado español; siguen existiendo nostálgicos de los tiempos en que iglesia y estado eran uno.
De este modo los logros conseguidos por el gobierno no serán mérito suyo, sino que será la intervención divina la responsable de sus éxitos, todo sea dicho, escasos hasta el momento.
Así nos lo ha hecho saber la Ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, tras sus vivas a la virgen del rocío por su activo papel en la salida del país de la crisis económica en que está inmerso.
Tan solo una muestra más de la involución que está sufriendo España en manos del gobierno del PP.