Un partido, cuya único mérito para conseguir su ansiada llegada al poder durante estos años de dificultades, ha sido degradar la imagen de España en el exterior, alimentar toda especulación acerca de su economía y sentarse a esperar qué sucedía. Además de recordar esta actitud, nada favorable a los intereses nacionales, deberíamos también recordar qué representa el pp y qué visión de estado es la que tiene. Este pp de hoy, no nos engañemos, es el mismo pp que hace unos años formó gobierno con mayoría absoluta y mostró sin tapujos su verdadera cara. Gobernó el país con despótico autoritarismo y ninguneó al parlamento, olvidando toda moderación, su don de lenguas en la intimidad y su aceptación de una España plural.
Un partido que, es importante recalcar, en aquellas comunidades donde lleva tiempo gobernando ha ido continuamente recortando el gasto público en sanidad y educación, abriendo la puerta de entrada a entidades privadas y haciendo dejación de sus responsabilidades en estos dos factores, pilares básicos de todo estado de bienestar. Y, cómo se está viendo en las últimas fechas, en aquellas donde acaba de tomar el poder ha aplicado las mismas recetas, redoblando la intensidad de sus medidas en una siniestra carrera por acelerar sus objetivos.
Un partido que aglutina a todo la derecha del espectro político. Con unos dirigentes que, con el fin de captar cuantos más votos mejor, flirtean sin el menor pudor, con la derecha más extrema y xenófoba. Que aquí dicen una cosa y allí la contraria, porque cada oído necesita escuchar una canción diferente. Aunque, al final, todos acaben engañados.Un partido con las ideas muy claras en cuanto a cuál debe ser el modelo económico y cuál debe ser el papel de un gobierno al frente de lo público. En el fondo, sus dirigentes están encantados con la crisis económica en la que nos vemos inmersos, una crisis provocada precisamente por ese modelo económico que tanto alaban y que tiene como fin de dar la puntilla a un estado del bienestar maltratado desde que la política cedió y se echó a un lado ante el poder monetario. Una crisis que, confían, les haya puesto en bandeja de plata la vuelta al poder, para una vez allí dar cabida a ese ideal de economía que tanto veneran: libre mercado sin restricciones, un papel de mero espectador del gobierno en la economía, favoreciendo la autorregulación del propio mercado, y privatizaciones de servicios públicos, cumpliendo la máxima del liberalismo económico que dice que el mejor servicio público es aquel que no existe.
El ariete que suponen los mercados a la economía, y que está al servicio de esta corriente neoliberal, embiste con fuerza ante la escasa oposición que la izquierda pueda oponer. Su intención es laminar la credibilidad de los gobiernos social-demócratas, para que las urnas acaben devolviendo el poder a partidos más afines a sus deseos.
Como antes hemos señalado, la estrategia que el pp ha seguido en España en estos años de crisis económica ha sido muy clara: esperar a que el gobierno diera por concluida la legislatura, al tiempo que sembraba de minas el camino y se echaba a un lado para ver como todo saltaba por los aires, ofrecíéndose como salvadores de la patria y cuidándose mucho de dar soluciones concretas, no vaya a ser que lo que digan no les guste a los votantes y movilice a una izquierda desencantada con el partido en el que confiaron sus votos.
¿Y qué nos encontramos en el psoe?, nos encontramos un partido resquebrajado, luchando por mantenerse a flote, procurando dar una imagen de unidad para tratar de remontar las encuestas y, si no lograr la victoria, sí al menos minimizar la pérdida de votos. Un partido que ha gobernado en los últimos tiempos alejado de todo aquello que predica su ideología, distanciándose cada vez más de un electorado que espera otra política de una partido socialista.
Sin embargo, y aunque la autocrítica, de puertas para afuera, ha sido mínima, en pos de esa unidad; ni sus actos desde el gobierno, ni los mensajes que transmite a la ciudadanía, clarifican si virará su política hacia una izquierda que nunca debió abandonar y se decidirá a enfrentar el neoliberalismo que campa a sus anchas por Europa.
El psoe necesita urgentemente mover, no a su electorado, que también, sino primordialmente mover sus posiciones y recuperar la senda social, poniendo pié en pared y mostrando clara beligerancia frente a esa Europa de los mercados reinando por encima de la política. Sólo así recuperará la confianza de aquellos a quienes se la ha hecho perder.
El 20N está a la vuelta de la esquina, y un gobierno del pp no es lo que España necesita para que su economía retome el crecimiento. Su victoria será la de aquellos que provocaron esta crisis, la de aquellos que están deseando que el poder vuelva a manos de quienes comparten su visión de estado y de economía, para así campar a sus anchas sin limitación alguna. Lo que necesita España es un gobierno valiente, que demuestre que sí hay otra forma de hacer las cosas, que sí se puede priorizar el bien común y el bienestar social y tener una economía saneada, que sí se puede salir de esta crisis y poner los medios necesarios para que no vuelva a suceder. El ejemplo a seguir lo tenemos en Islandia, en cómo su gobierno escuchó a los ciudadanos y en cómo la política plantó cara a los mercados sin importarle las consecuencias, y los derrotó.
Hubo un momento en que la política les abrió la puerta y les permitió gobernar por encima de ella, es, por tanto, la misma política la que debe expulsarlos y recuperar el mando. Recuperar su status de voz del pueblo y ser a éste al que escuche, y no los cantos de sirena que le lancen contra las rocas.
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