Yo me pregunto qué opinaría la actual Rosa Díez de ella misma cuando ejercía como consejera de comercio, consumo y turismo en Euskadi bajo gobierno del PNV en coalición con el PSE. Durante el tiempo que ocupó este cargo (1991-1998) no mostró en ningún momento la aversión que muestra en la actualidad a ninguna de las cesiones que fueron hechas desde el gobierno central al gobierno autonómico en el que ella participaba.
Tampoco exhibió ninguna justificación cuando se abstuvo de asistir a la reunión de la ejecutiva de su partido donde se votó el abandono de ese gobierno ante los contactos que el PNV inició con el entorno batasuno y que fueron finalmente plasmados en el Pacto de Estella. Siempre se mostró proclive a mantener los acuerdos de gobierno y a no abandonar la coalición, lo que motivó su no asistencia a la reunión y el inicio por su parte de una campaña para sustituir al secretario general del PSE – Nicolás Redondo Terreros -, promulgándose ella misma como candidata. No consiguió su objetivo, quizás aquí habría que preguntarse qué Rosa Díez tendríamos en la actualidad de haber alcanzado la secretaría general, así que encaminó sus miras hacia objetivos más ambiciosos.
Tras un primer paso como cabeza de lista del PSOE en las elecciones europeas de 1999 decide presentarse junto con otros tres candidatos a las primarias a la secretaría general del partido tras el desastre protagonizado por Joaquín Almunia en las elecciones generales de 2000. Una vez más sus deseos no se cumplen, es derrotada con un apoyo mínimo por parte de sus compañeros de partido y cabe preguntarse, una vez más, qué Rosa Díez veríamos ahora si hubiera vencido en esas primarias.
Después de cuatro años como eurodiputada vuelve a presentarse en las listas socialistas, pero esta vez no como número uno, que lo fue Josep Borrell, algo que ella considera una degradación en sus responsabilidades. Es en este momento cuando Rosa Díez, que ve sus ambiciones lastradas por sus continuas derrotas comienza su distanciamiento de la dirección del partido.
Esta aversión de nuevo cuño hacia todo nacionalismo, con el que recordemos colaboró fehacientemente durante siete años, surgió al acceder Rodríguez Zapatero a la presidencia del gobierno de la nación e impulsar un nuevo proceso negociador con la banda terrorista ETA y un paso más en el estado de las autonomías. Fue aquí en este momento y ante una decisión cuestionada por parte del electorado español, donde Rosa Díez encontró la forma de sacar la cabeza y llenar tertulias de diferentes medios con su presencia haciendo bandera de la más pura demagogia.
En sus últimos años como militante socialista, y aún aferrada a su escaño como europarlamentaria, comenzó a gestar un nuevo partido político, más conocido por el nombre de su presidenta que por sus propias siglas, donde ser por fin primera espada y poder satisfacer sus ansias de poder y protagonismo, cercenando todo intento de debate interno en el que ella considera “su partido”.
Basó su ideario en el poder de la demagogia y la palabra fácil para así buscar su hueco electoral. Se posicionó como ferviente defensora de la unidad de España que supuestamente se estaba quebrando con la creación de nuevos estatutos de autonomía, torpedeó el intento de fin dialogado del terrorismo, al contrario que había hecho años antes cuando desde el gobierno vasco alabó la tregua liderada por el ejecutivo de José María Aznar, y en todo debate candente en la sociedad, desde la ley del menor hasta la cadena perpetua, ha seguido los dictámenes de aquello con lo que nunca se pueden hacer leyes, que son el resentimiento y el calor del momento. Y siempre, por supuesto, buscando la foto de portada que le otorgue su minuto de gloria.
miércoles, 24 de febrero de 2010
viernes, 19 de febrero de 2010
EL DEDO
Prominente apéndice situado en las cuatro extremidades, tanto a izquierda como a derecha del cuerpo, y en un número total de veinte. Son múltiples las funciones que puede realizar y múltiples son las variaciones que cada individuo puede dar a estas funciones.
En el caso que nos ocupa, el dedo central o también llamado corazón, extendido en su totalidad al tiempo que sus otros cuatro compañeros de la misma mano permanecen cerrados y una mirada inquisitiva se posa en aquellos a quien el gesto va dirigido, tiene éste una significación muy clara.
Cabe pensar, siendo quien es el poseedor de tan insigne apéndice, si fue este mismo el utilizado para señalar en el mapa de Irak las armas de destrucción masiva que nunca hubo, si con este dedo se marcaron las líneas maestras de los decretazos con los que gobernaba, si este es el dedo que dirigía hacia todo un país al tiempo que movía la mano en cualquiera de sus alocuciones públicas, si fue este también el dedo que en el famoso cuaderno azul apuntó al nombre de su sucesor justo antes de repetir subliminalmente el mencionado gesto hacia todos sus acólitos demostrando de ese modo quien mandaba y mandará siempre.
viernes, 12 de febrero de 2010
REFLEXIONES ACERCA DE LA CRISIS
La semana pasada fue publicado el barómetro social correspondiente al mes de febrero. Llamó mi atención el hecho de que si bien el 38% de la población calificaba la situación de la economía de España como mala y el 49% como muy mala, el 35% de los encuestados calificaban su situación económica personal como buena y el 31% la calificaba como regular.
Una semana antes otra encuesta arrojaba unos datos similares, en los cuales el 41% calificaba su situación económica de buena y el 37% de regular. Las opiniones en cuanto a la perspectiva acerca de la economía del pais eran similares.
De ambas encuestas podemos extrapolar el hecho de que si bien casi el 90% de la población española considera que la situación de la economía nacional es mala o muy mala, practicamente ese mismo porcentaje considera la suya propia como buena o regular. Quedando el 10% de diferencia para aquellos que consideraban como mala su situación personal.
Mi pregunta ante estos números es ¿cómo se entiende esto? Podríamos aventurarnos a decir que el país va terriblemente mal pero que bueno, que uno mismo no está tan mal como pudiera parecer, ya que desgraciadamente familias cuya situación económica es mala las ha habido siempre. Es cierto que los datos de desempleo en España son malos pero quizás deberíamos hablar de paro o de personas apuntadas a las listas del INEM más que de desempleados, ya que muchos de ellos seguro que empleo sí tienen, aunque claro, en B. Esa lacra de la realidad económica española que nunca se ha podido atajar del todo y que en épocas de vacas flacas acaba siendo la panacea de la que todos se aprovechan, fundamentalmente aquellos empleadores sin escrúpulos que nadan como nadie en la miseria del empleado.
El dinero sigue corriendo en España, algo que podemos constatar pasándonos por un centro comercial cualquier día de la semana o saliendo a cenar o tomar una copa; los datos de consumo, tras un periodo de incertidumbre provocados por la alarma social creada y fomentada a voz en grito desde determinados sectores, vuelven a ser positivos. La vida parece que sigue igual.
Realmente la vida sí que habrá cambiado para aquellos que se dejaron arrastrar por la vorágine consumista y del "y yo más" en que entró la sociedad española al amparo de un "todo vale" que fomentaba el enriquecimiento rápido y, en muchas ocasiones, fraudulento. Pero ¿la vida de verdad ha cambiado tanto para aquellos que vivían lejos de ese derroche y, es justo mencionarlo, conservan su empleo? La respuesta es un no rotundo.
No voy a caer en la demagogia acerca de cómo hay que vivir ni de qué es aquello que de verdad necesitamos en nuestras vidas, tampoco voy a decir que el gobierno haya actuado en el plano económico con presteza y acierto, ya que sus vayvenes y su política errática en este sentido ha impedido en gran parte que saliéramos del bache del que parecen ya salir el resto de paises europeos. Pero sí que cabe hacer una reflexión acerca del irreal modelo económico en el que sesteaba España y que sólo ahora, cuando el agujero se ha hecho más profundo, se intenta cambiar después de haber seguido su inercia durante largo tiempo. Cierto que nunca es tarde y que el índice de deuda pública del estado es muy inferior a la de otros paises del entorno debido a ese cambio de sentido que evita que tapemos agujeros con más deuda, es cierto también que se han mantenido todas las coberturas sociales, pero es el momento de pensar en qué modelo económico queremos para el futuro, si queremos volver a construir sobre arenas movedizos y que todo se derrumbe cuando el viento sople con fuerza o si estamos dispuestos a levantar un país sobre cimientos sólidos aunque el esfuerzo precisado sea mayor. Para esto es imperativo no ceder al barriobajero chantaje al que la patronal ha venido sometiendo al gobierno, la cual, deseosa de instaurar sus leoninas condiciones a los trabajadores ha puesto al gobierno al pie de los caballos de la opinión pública recortando puestos de trabajo aún a costa de reducir su propia producción y sobrexplotar a los empleados que mantiene en nómina.
Por todo ello, ahora que se anuncia la proximidad del pacto por el nuevo marco laboral es preciso que el gobierno mantenga el pulso y con la ayuda de los representantes de los trabajadores haga frente a estos tiburones y los ponga en su sitio.
Y si hay que dictar "decretazos" que sea para defender a aquellos que levantan un país con el sudor de su frente y no para los que recogen beneficios desde su poltrona.
Una semana antes otra encuesta arrojaba unos datos similares, en los cuales el 41% calificaba su situación económica de buena y el 37% de regular. Las opiniones en cuanto a la perspectiva acerca de la economía del pais eran similares.
De ambas encuestas podemos extrapolar el hecho de que si bien casi el 90% de la población española considera que la situación de la economía nacional es mala o muy mala, practicamente ese mismo porcentaje considera la suya propia como buena o regular. Quedando el 10% de diferencia para aquellos que consideraban como mala su situación personal.
Mi pregunta ante estos números es ¿cómo se entiende esto? Podríamos aventurarnos a decir que el país va terriblemente mal pero que bueno, que uno mismo no está tan mal como pudiera parecer, ya que desgraciadamente familias cuya situación económica es mala las ha habido siempre. Es cierto que los datos de desempleo en España son malos pero quizás deberíamos hablar de paro o de personas apuntadas a las listas del INEM más que de desempleados, ya que muchos de ellos seguro que empleo sí tienen, aunque claro, en B. Esa lacra de la realidad económica española que nunca se ha podido atajar del todo y que en épocas de vacas flacas acaba siendo la panacea de la que todos se aprovechan, fundamentalmente aquellos empleadores sin escrúpulos que nadan como nadie en la miseria del empleado.
El dinero sigue corriendo en España, algo que podemos constatar pasándonos por un centro comercial cualquier día de la semana o saliendo a cenar o tomar una copa; los datos de consumo, tras un periodo de incertidumbre provocados por la alarma social creada y fomentada a voz en grito desde determinados sectores, vuelven a ser positivos. La vida parece que sigue igual.
Realmente la vida sí que habrá cambiado para aquellos que se dejaron arrastrar por la vorágine consumista y del "y yo más" en que entró la sociedad española al amparo de un "todo vale" que fomentaba el enriquecimiento rápido y, en muchas ocasiones, fraudulento. Pero ¿la vida de verdad ha cambiado tanto para aquellos que vivían lejos de ese derroche y, es justo mencionarlo, conservan su empleo? La respuesta es un no rotundo.
No voy a caer en la demagogia acerca de cómo hay que vivir ni de qué es aquello que de verdad necesitamos en nuestras vidas, tampoco voy a decir que el gobierno haya actuado en el plano económico con presteza y acierto, ya que sus vayvenes y su política errática en este sentido ha impedido en gran parte que saliéramos del bache del que parecen ya salir el resto de paises europeos. Pero sí que cabe hacer una reflexión acerca del irreal modelo económico en el que sesteaba España y que sólo ahora, cuando el agujero se ha hecho más profundo, se intenta cambiar después de haber seguido su inercia durante largo tiempo. Cierto que nunca es tarde y que el índice de deuda pública del estado es muy inferior a la de otros paises del entorno debido a ese cambio de sentido que evita que tapemos agujeros con más deuda, es cierto también que se han mantenido todas las coberturas sociales, pero es el momento de pensar en qué modelo económico queremos para el futuro, si queremos volver a construir sobre arenas movedizos y que todo se derrumbe cuando el viento sople con fuerza o si estamos dispuestos a levantar un país sobre cimientos sólidos aunque el esfuerzo precisado sea mayor. Para esto es imperativo no ceder al barriobajero chantaje al que la patronal ha venido sometiendo al gobierno, la cual, deseosa de instaurar sus leoninas condiciones a los trabajadores ha puesto al gobierno al pie de los caballos de la opinión pública recortando puestos de trabajo aún a costa de reducir su propia producción y sobrexplotar a los empleados que mantiene en nómina.
Por todo ello, ahora que se anuncia la proximidad del pacto por el nuevo marco laboral es preciso que el gobierno mantenga el pulso y con la ayuda de los representantes de los trabajadores haga frente a estos tiburones y los ponga en su sitio.
Y si hay que dictar "decretazos" que sea para defender a aquellos que levantan un país con el sudor de su frente y no para los que recogen beneficios desde su poltrona.
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