Seamos serios por favor. Vale que el gobierno utilice la crisis de liderazgo del PP para presentarnos un partido de la oposicición descabezado como alternativa. Vale que se sirva de los distintos procedimientos judiciales abiertos a militantes del propio PP y personas vinculadas al nucleo duro de éste para presentarlo como un grupo donde la corrupción ha llegado a altas cotas. Vale que intente amortizar politicamente la trama de espionaje destapada en la comunidad de Madrid para menoscabar la credibilidad de una de sus líderes que, según parece, opta a la dirección del partido. Todo esto doy por seguro que así está sucediendo, en política cuando ves a tu enemigo con la soga al cuello le aprietas un poco más el nudo lanzando una campaña mediática para atraer sobre el acontecimiento todas las miradas posibles, apartándolas de aquello que no te interesa que esté en boca de todos. Y el gobierno, apoyado en ciertos medios de comunicación, tiene a la opinión pública dividida entre su impotencia para solucionar el grave momento por el que pasa nuestra economía y el gallinero en que se ha convertido el partido de la oposición.
Sin embargo, una cosa es quién o cómo utilice esa información, y otra es qué está sucediendo. Y lo que está sucediendo bien vale que el PP agache la cabeza, mire dentro suyo y procure salir de la tormenta todo lo mejor que pueda.
Todo esto viene de lejos. En el verano de 2003 la abstención de los tránsfugas Tamayo y Sáez puso en bandeja, repetición de las elecciones mediante, la ascensión a la presidencia de la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre. Nombres y ayuntamientos supuestamente implicados en esta trama vuelven ahora a la boca de todos tras las actuaciones del juez Garzón. Habría quizás que preguntarse a quien beneficiaba que fuera Esperanza Aguirre y no otra persona quien gobernara la CAM desde entonces. Desde ese momento la espiral de recalificaciones de suelo urbano y de privatizaciones de sectores públicos clave, como son la educación y la sanidad, no ha tenido fin; y mucha gente ha salido claramente beneficiada de todo ello. Esperanza Aguirre ha utilizado su puesto para trabajarse su ascenso, sustentado por el sector aznarista del PP, en la jerarquía del partido, postulándose soterradamente y sin tapujos como una nueva vía ante la falta de liderazgo de Rajoy y atacando a todo aquel que cuestione sus métodos. Lo que nos lleva al escándalo de los seguimientos a miembros del PP madrileño, orquestado según parece por el núcleo próximo a la presidenta.
Esperemos que la recusación del juez Garzón, que tiene como fin ralentizar la investigación y quitarse de en medio a alguien que ya ha demostrado en otras ocasiones que lleva sus procesos hasta el final, no prospere. Y esperemos también que se tire de la manta hasta sus últimas consecuencias.
Por todo esto no se puede echar la culpa al empedrado y lanzar una cortina de humo acusando al mensajero, que son los medios informativos y el gobierno por hacerse eco de ellos. Los hechos están ahí y es preciso investigarlos y sacarlos a la luz, aunque haya a quien no le guste.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario