Después de analizar los datos arrojados por los votos computados en las elecciones celebradas el pasado 20N, podemos sacar una serie de conclusiones.
Una de ellas es que decir que el PP ha ganado las elecciones porque los ciudadanos españoles han apostado por el cambio, tal y como dice su slogan electoral, sería una afirmación cuando menos discutible, ya que sería más correcto decir que el PSOE ha perdido la confianza del electorado y el PP ha sacado provecho de la dispersión de esos votantes para convertirse en la fuerza política más votada. El número de votos recibido por el PP es de 10,830,693, es decir, unos 600,000 más que en las pasadas elecciones, un millón más que en las de 2004, y sólo 400,000 más que en la anterior mayoría absoluta del PP en el año 2000. ¿Qué significa esto? Significa que el suelo de votos del PP está en torno a los 10 millones y medio de votantes, y la variación de éste con los votos recibidos es fundamentalmente consecuencia del aumento del censo electoral. Sin embargo el suelo del PSOE es mucho más variable, los datos así lo refutan, recibiendo en sus dos victorias electorales de 2004 y 2008 en torno a los 11 millones de votos, mientras que en estas últimas de 2011 y en las de 2000, el número de votos fue de cerca de 7 y 8 millones respectivamente. Partidos nacionalistas aparte, si el PP aglutina los votos de todo el espectro conservador del mapa político español, el PSOE aglutinaría el voto progresista. Existe, no obstante una gran diferencia, mientras la fidelidad de los votantes del primero es continua e incuestionable; esto no ocurre así con los votantes progresistas, ya que cada vez que el PSOE se ha alejado de las políticas que se supone debe llevar a cabo, una gran parte de estos le abandonan y optan bien por la abstención bien por otras opciones, pero eso sí, practicamente ninguno de ellos depositará su confianza en el PP, contradiciendo de este modo el slogan con el que ha acudido a la pasada campaña electoral; ya que podemos afirmar que practicamente nadie se ha sumado al cambio, sino que han sido los errores del PSOE en sus años de gobierno los que le han servido el triunfo electoral en bandeja de plata.
Otro dato que arrojan las cifras de votos, y esto es algo recurrente en cada proceso electoral, es lo tremendamente injusto que es la ley D`Hont como modelo para la adjudicación de los escaños parlamentarios. Esta ley, que tiene su origen en los años de la transición, fue adoptada con el objetivo de evitar una excesiva fragmentación de las cortes en pro de una supuesta mayor operatividad, pero la realidad que subyace es que fue hecha con la intención de favorecer a los grandes partidos que diseñaron, de este modo, un modelo a su medida para asegurarse su dominio del parlamento y, en consecuencia, el poder de decisión sobre la adjudicación de puestos en la adminsitración que de éste emanan. Un monopolio del poder tristemente histórico en España, desde los tiempos en que Cánovas y Sagasta se repartían los sucesivos gobiernos de finales del siglo XIX y principios del XX.
Con un modelo de circunscripción única para la cámara baja, el reparto de fuerzas políticas en el hemiciclo quedaría de la siguiente forma (entre paréntesis los escaños realmente obtenidos), lo que, como podemos observar, desmonta la tesis de que los grandes beneficiados sean los partidos nacionalistas.
(nota: he tomado un mínimo de 100,000 votos para obtener representación)
PP: 163 (186)
PSOE: 105 (110)
IU-LV: 25 (11)
UPyD: 17 (5)
CIU: 15 (16)
AMAIUR: 5 (7)
EAJ PNV: 5 (5)
ESQUERRA: 4 (3)
BNG: 3 (2)
CC-NC-PNC: 2 (2)
COMPROMIS-Q: 2 (1)
FAC: 0 (1)
GBAI: 0 (1)
EQUO: 3 (0)
PACMA: 1 (0)
Con este modelo de circunscripción única, los partidos nacionalistas mantendrían su presencia parlamentaria: 37 frente a 38, mientras que serían los dos grandes partidos, PP y PSOE, los que con 28 escaños menos, perderían su posición de fuerza en el congreso, no dándose ningún caso de mayoría absoluta en ninguna de las elecciones generales celebradas en España desde que se reinstauró la democracia en 1977.
Finalmente, y ya como conclusión final, desde esta página insto a que se acelere un cambio en el PSOE, el partido debe mirar hacia sus militantes y sentar las bases de una acción política fiel a su ideología y sus principios. Debe recuperar esos valores por los que muchos les hemos otorgado nuestra confianza con nuestro voto y ejercer el liderazgo, en conminencia con el resto de partidos de izquierdas, para que los ciudadanos progresistas volvamos a sentirnos representados por el gobierno de nuestro país.
E igualmente me sumo a las millones las voces que piden un cambio en la ley electoral para que las cortes representen de una forma más fehaciente el sentir político de España y para evitar un bipartidismo que no hace ningún bien a la democracia. Un sistema más justo de representación, más acorde con las demandas de la ciudadanía y que, igualmente, motivaría a esos grandes partidos a mostrarse más cercanos al electorado, sabedores de que su cómoda posición ya no es inamovible.
(Los cifras de votos son las ofrecidos por el Ministerio del Interior en su página web).
miércoles, 23 de noviembre de 2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
PORQUE YO SÍ TENGO MEMORIA, EL PRÓXIMO 20N VOTARÉ AL PSOE
Se dice que en política la memoria a largo plazo no existe, que son en realidad los últimos seis meses lo que van a definir a un gobierno o a cada uno de los integrantes de la vida política de un país. Sólo así se entiende que el ejecutivo que ha gobernado España los últimos siete años y medio sea uno de los más denostados en la historia de este país, y que su presidente, Rodríguez Zapatero, sea presentado como un leviatán de nuestra democracia. ¿Es que ya no nos acordamos de sus primeros años de gobierno cuando España fue ejemplo de políticas sociales en todo el mundo y el nivel de vida de los españoles alcanzó cotas máximas?. En esos primeros casi cinco años, tanto las pensiones como el salario mínimo interprofesional fueron continuamente elevados. Los derechos de los trabajadores aumentaron y fue regularizada la situación laboral de cientos de miles de personas que eran empleados en condiciones de exclusión social. Millones de personas vieron ampliados sus derechos, se aumentaron las ayudas a aquellos que más lo necesitaban y se incentivaron medidas para desarrollar nuevas tecnologías y crear un modelo de economía sostenible.
Una política con un claro fin, que era fortalecer el estado de bienestar y crear una sociedad más justa e igualitaria. Sí, suena a utopía, pero ese es el país que se quería construir.
Sin embargo todo cambió a finales de 2008 cuando estalló la crisis mundial. Una crisis motivada por la usura de las entidades bancarias y la especulación de los mercados, ambos grandes benefactores de un liberalismo económico que hoy parece la solución, cuando en realidad siempre ha sido el causante del problema. Así, en una Europa y unos EEUU gobernados por los grandes defensores de este modelo económico, se pensó primero en salvar el sistema antes que a los ciudadanos. Como consecuencia de todo esto, España, un país donde ningún gobierno se ha involucrado realmente en crear una industria fuerte, y dependiente, por tanto, monetariamente de los países que le rodean, al ser el sector servicios el motor de su economía, sufrió la crisis con mayor intensidad. Las agencias de calificación, unas entidades completamente desconocidas para la gran mayoría de los ciudadanos, especularon con la deuda soberana, lo que generó dudas en los mercados de inversión, el dinero comenzó a dejar de fluir y fue el eslabón más débil, el trabajador, el que pagó las consecuencias. Las empresas comenzaron a despedir gente, exigiendo una reforma laboral que les diera más poder frente a sus empleados, y el gobierno español acabó aplicando todas y cada una de las reformas que le fueron impuestas desde una Europa empeñada en fortalecer un modelo económico muy diferente del que el gobierno socialista intentó crear en sus primeros años de gobierno.
¿Fue el gran error de Rodríguez Zapatero no explicar a los ciudadanos cuál era la situación y qué se nos exigía para, supuestamente, mejorar ésta?.
Posiblemente sí. Si en ese momento se hubiese negado a aplicar las reformas, hubiera explicado qué estaba sucediendo y seguidamente hubiera convocado elecciones, el pueblo español podría haberse pronunciado y elegir entre esa política diferente o echarse en manos de este neoliberalismo despiadado. ¿Y por qué no lo hizo entonces? Aquí cabrían muchas especulaciones. Y probablemente, si la anterior tregua terrorista hubiera llegado al punto en el que actualmente estamos, así hubiera actuado. Terminar con el terrorismo de eta fue uno de sus principales objetivos cuando fue nombrado presidente, y se convirtió en prácticamente una obsesión cuando en diciembre 2006 el atentado de la T4 acabó con aquello que parecía estar tan cercano. Así, con el fin de eta entre ceja y ceja, Rodríguez Zapatero decidió continuar al frente del gobierno hasta acabar con la banda terrorista.
El que ha sido el presidente con mayor carga ideológica que ha tenido España, tuvo entonces que aplicar las que, posiblemente, han sido las leyes más alejadas de aquello que pregona el ideario de esa izquierda en la que él cree. Acabó finalmente con eta, pero, ¿a qué precio?.
El presidente que un día soñó que las cosas sí podían hacerse de otra forma, se dio de bruces con la realidad de una Europa dominada por la banca y los mercados, acabó olvidando su ideología y allanó el camino a esta nueva Europa tan alejada del estado del bienestar que tanto nos costó construir.
Una última aportación de sus años de gobierno y de la que, paradójicamente y a pesar del daño electoral que pueda causar a su partido, seguramente sienta gran satisfacción es que, con motivo de su giro político y de las reformas aplicadas, los ciudadanos hayan despertado de su adormecimiento y se hayan echado a la calle para plantar cara al sistema que se quiere imponer, reclamando esa otra forma de hacer las cosas que él un día imaginó.
Por estas razones, porque sueño con que otro mundo sí es posible y porque durante casi cinco años no pareció tan lejos, otorgaré de nuevo mi confianza al PSOE el próximo 20N. Porque, a pesar de sus errores y de su giro ideológico, yo sí tengo memoria y, en mi opinión, sí merecen la oportunidad de volver a hacernos creer que las cosas se pueden hacer de otro modo.
Una política con un claro fin, que era fortalecer el estado de bienestar y crear una sociedad más justa e igualitaria. Sí, suena a utopía, pero ese es el país que se quería construir.
Sin embargo todo cambió a finales de 2008 cuando estalló la crisis mundial. Una crisis motivada por la usura de las entidades bancarias y la especulación de los mercados, ambos grandes benefactores de un liberalismo económico que hoy parece la solución, cuando en realidad siempre ha sido el causante del problema. Así, en una Europa y unos EEUU gobernados por los grandes defensores de este modelo económico, se pensó primero en salvar el sistema antes que a los ciudadanos. Como consecuencia de todo esto, España, un país donde ningún gobierno se ha involucrado realmente en crear una industria fuerte, y dependiente, por tanto, monetariamente de los países que le rodean, al ser el sector servicios el motor de su economía, sufrió la crisis con mayor intensidad. Las agencias de calificación, unas entidades completamente desconocidas para la gran mayoría de los ciudadanos, especularon con la deuda soberana, lo que generó dudas en los mercados de inversión, el dinero comenzó a dejar de fluir y fue el eslabón más débil, el trabajador, el que pagó las consecuencias. Las empresas comenzaron a despedir gente, exigiendo una reforma laboral que les diera más poder frente a sus empleados, y el gobierno español acabó aplicando todas y cada una de las reformas que le fueron impuestas desde una Europa empeñada en fortalecer un modelo económico muy diferente del que el gobierno socialista intentó crear en sus primeros años de gobierno.
¿Fue el gran error de Rodríguez Zapatero no explicar a los ciudadanos cuál era la situación y qué se nos exigía para, supuestamente, mejorar ésta?.
Posiblemente sí. Si en ese momento se hubiese negado a aplicar las reformas, hubiera explicado qué estaba sucediendo y seguidamente hubiera convocado elecciones, el pueblo español podría haberse pronunciado y elegir entre esa política diferente o echarse en manos de este neoliberalismo despiadado. ¿Y por qué no lo hizo entonces? Aquí cabrían muchas especulaciones. Y probablemente, si la anterior tregua terrorista hubiera llegado al punto en el que actualmente estamos, así hubiera actuado. Terminar con el terrorismo de eta fue uno de sus principales objetivos cuando fue nombrado presidente, y se convirtió en prácticamente una obsesión cuando en diciembre 2006 el atentado de la T4 acabó con aquello que parecía estar tan cercano. Así, con el fin de eta entre ceja y ceja, Rodríguez Zapatero decidió continuar al frente del gobierno hasta acabar con la banda terrorista.
El que ha sido el presidente con mayor carga ideológica que ha tenido España, tuvo entonces que aplicar las que, posiblemente, han sido las leyes más alejadas de aquello que pregona el ideario de esa izquierda en la que él cree. Acabó finalmente con eta, pero, ¿a qué precio?.
El presidente que un día soñó que las cosas sí podían hacerse de otra forma, se dio de bruces con la realidad de una Europa dominada por la banca y los mercados, acabó olvidando su ideología y allanó el camino a esta nueva Europa tan alejada del estado del bienestar que tanto nos costó construir.
Una última aportación de sus años de gobierno y de la que, paradójicamente y a pesar del daño electoral que pueda causar a su partido, seguramente sienta gran satisfacción es que, con motivo de su giro político y de las reformas aplicadas, los ciudadanos hayan despertado de su adormecimiento y se hayan echado a la calle para plantar cara al sistema que se quiere imponer, reclamando esa otra forma de hacer las cosas que él un día imaginó.
Por estas razones, porque sueño con que otro mundo sí es posible y porque durante casi cinco años no pareció tan lejos, otorgaré de nuevo mi confianza al PSOE el próximo 20N. Porque, a pesar de sus errores y de su giro ideológico, yo sí tengo memoria y, en mi opinión, sí merecen la oportunidad de volver a hacernos creer que las cosas se pueden hacer de otro modo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)