La pasada semana el parlamento catalán acordó por mayoría la prohibición de las corridas de toros en Cataluña a partir del año 2012. En España los espectáculos taurinos de todo tipo y especialmente las corridas son considerados parte de nuestra tradición por un amplio espectro de la población, llegando incluso a hablar de arte o de patrimonio cultural. Yo me pregunto qué manifestación artística puede existir en ver como un ser vivo es lacerado y atravesado por numerosos filos, al tiempo que se desangra en un lenta agonía jaleada por el publico y que en el mejor de los casos terminará con una certera estocada que le partirá el corazón al tiempo que atraviesa otros órganos vitales fulminándolo al instante. Esto en el mejor de los casos, porque pocas veces la espada es tan precisa, lo que sume al animal en un mayor sufrimiento al tiempo que más estocadas hurgan en su interior hasta que finalmente cae abatido.
La crueldad con que se castiga al toro durante la aproximadamente media hora que dura su lidia es inaceptable en la sociedad actual. Queremos infundir en ésta unos valores de respeto a la vida y aún así parte de esta misma sociedad defiende que se torturen animales en aras de la tradición y el acervo.
Más allá de mis opiniones, totalmente subjetivas y claramente posicionadas, acerca de la mal llamada "fiesta nacional" - ¿cómo podemos calificar de festivo el sufrimiento de un animal? - cabe destacar el hecho de que el parlamento catalán y por ende sus representados, la sociedad catalana que eligió la composición de ese parlamento, nos ha dado una lección de democracia al tomar una iniciativa popular y tras superar ésta todos los trámites pertinentes promulgarla como ley y votar su aplicación en ese mismo parlamento que fue elegido también por aquellos que con su firma apoyaron la iniciativa. Este es en parte el poder de una democracia.
Así que a aquellas voces criticas con la forma en que la ley ha sido promulgada, quizás habría que recordarles en qué consiste y dónde radica el poder de este sistema en el que viven y en el que muchos de ellos a través de sus distintos órganos de gobierno trabajan como representantes del pueblo que les ha elegido.
Finalmente me gustaría lamentar el hecho de que la prohibición se limite a las corridas de toros y no abarque también al resto de espectáculos taurinos tan populares también en Cataluña e igual de crueles con su triste protagonista, y que resulta de una enorme incoherencia y cinismo que sean defendidos por algunos de los mismos que han fomentado la abolición de las corridas.
También me gustaria resaltar que se ha abierto la puerta para que todo este tipo de sangrientos espectáculos que emplean suma crueldad con los animales sean desterrados para siempre de un país que tiene que seguir creciendo y evolucionando como sociedad mirando hacia delante y no anclado en unas costumbres y un pasado cañí.
Cataluña nos ha mostrado hasta donde puede llegar el poder del pueblo, y su parlamento ha sabido escuchar a ese pueblo que es el que le ha otorgado el poder por cuatro años. Así que no puedo más que decir: ¡Visca el poble catala, visca Catalunya!.
sábado, 31 de julio de 2010
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