Porque han sido cuatro años de gobierno en los que se aprecia un cambio a la hora de hacer política. Cuatro años plagados de leyes que en un futuro darán sus frutos construyendo una sociedad más plural y, valga la redundancia, más social e igualitaria. La ley de depencia, la ley del matrimonio homosexual, la ley de memoria histórica que saca a luz años oscuros que durante demasiado tiempo estuvieron ocultos. Leyes que no son fuegos de artificio, que no hacen ruido, pero que sientan cimientos para un futuro mejor.
Nunca hemos estado tan cerca de acabar con la lacra terrorista. Pero alguno tendrá en su conciencia la nula ayuda prestada al gobierno en este tema. Por supuesto que los únicos culpables de que fracasara la negociación son los mismos de siempre, los terroristas. ¿Pero hubiera sido diferente si todo el congreso hubiera estado unido? Sólo uno, que curioso, un partido se desmarcó de la voluntad del resto, pero no se contentó con eso, sino que torpedeó con crispación y caceroladas un proceso que, quien sabe, quizás podría haber llegado a buen puerto.
La economía es algo que sí se puede discutir en estos años. No que haya ido mejor o peor, que pese a las apocalípticas proclamas de la derecha, está mejor que nunca. Pero uno que es un soñador hubiera esperado una política económica más social y no una línea continuista. Apenas ha variado en estos cuatro años y se siguen los dictámenes del gran capital, quedando los trabajadores cada vez más desprotegidos ante la voracidad del empresario. Es la dictadura del beneficio, en el que el no llegar a las previsiones de superavit, aunque éste siga existiendo, ya se considera pérdida; y esto implica que se de otra vuelta más al nudo de la corbata del empleado.
Pero esto no es patrimonio exclusivo de España, es como gira el mundo en estos tiempos. Y cambiará, son ciclos, y este está en sus últimas vueltas.
Quizás ha habido también falta de previsión para evitar la inflación que nos ha golpeado en los último meses. Los fondos europeos que minimizaron el impacto en la economía nacional de la entrada en el euro se han ido marchado a los nuevos paises miembros de la unión, como en su momento vinieron a España, y hay que aplicar medidas para evitar que esto siga afectando al bolsillo de los ciudadanos.
Pero, salvo estas dos apreciaciones, hay que darle un aprobado alto al gobierno y otro cuatro años de confianza, permitiendo así que estos últimos cuatro tengan una continuación y sigan dando sus frutos.
Durante esta legislatura, y desde el día siguiente a que los españoles decidiéramos que queríamos un cambio de gobierno, el PP ha ejercido una oposición irresponsable, delirante y de mal gusto. Cuestionando la salud mental de una sociedad que les dio la espalda. Se disfrazan de moderados, pero el disfraz se les cae en cuanto se descuidan, y aflora entonces su verdadera condición. Como las opiniones acerca de los matrimonios gays; las peras y limones de Ana Botella, o las declaraciones del candidato al senado por Albacete, Dimas Cuevas, que entran en la pura escatología. O sus recientes propuestas acerca del adoctrinamiento de inmigrantes. Además son rehenes de los dictámenes de la conferencia episcopal, lo que ha propiciado, entre otras cosas, la caza de brujas en la sanidad de Madrid y en las clínicas abortistas. La derecha no cambia. Como no tienen ideas que mejoren esta sociedad en que vivimos agitan el sensacionalismo barato para generar la histeria y el miedo, y si este cala mostrarse con los brazos abiertos para sacar beneficio de la situación. La derecha siempre ha seguido su vil máxima:
"Si la mayoria piensa de forma diferente a nosotros es que la mayoría está equivocada"
Por todo esto votaré con la mano izquierda el próximo Nueve de Marzo.
jueves, 7 de febrero de 2008
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