jueves, 14 de abril de 2011

HOY HACE OCHENTA AÑOS

Hoy 14 de abril se cumplen ochenta años de la proclamación de la II República en España. Dos días antes tuvieron lugar unas elecciones municipales en las que la inmensa mayoría del pueblo español votó contra el régimen monárquico existente y abogó por un cambio en la política española. Una política que se había preocupado principalmente de preservar los privilegios de una minoría, al tiempo que el resto de la población malvivía en una España a la que la crisis de principios de los años treinta golpeó con gran dureza. El pueblo español votó libremente ese día contra el caciquismo que dominaba el medio rural y contra la autocracia de una clase privilegiada que acaparaba el poder.
Así, la II República trajo consigo a esa gran mayoría de la población el acceso a unos derechos que hasta entonces le eran vedados. La educación se convirtió en libre y universal; la religión en una opción y no una imposición; y parte de la tierra migró hacia las manos de aquellos que la trabajaban, que, agrupados en colectividades, veían como el sudor de su frente se transformaba por fin en una expectativa de futuro.
Fueron años de implicación política de la sociedad, de debates en ateneos, de encendidas discusiones en las universidades y en las cortes. Años de posicionamientos extremos y, también, de escaso consenso; lo que seguro tampoco ayudó a que el proyecto saliera adelante y alentó a las posiciones más conservadoras y reaccionarias.
Este proceso de reformas contó desde un principio con la frontal oposición de quienes veían como su privilegiada posición corría el riesgo de perder exclusividad y como su poder era contestado por aquellos que, hasta entonces, no podían más que asumir su sino. La II República no lo tuvo fácil por esta oposición interna ni, tampoco, por la coyuntura mundial existente; con una Europa inmersa en plena crisis económica, un hecho que colaboró decisivamente al auge de un fascismo que sería determinante en el futuro del nuevo orden español. Aún así, se sentaron bases que hoy en día están vigentes en la constitución de 1978, y su legado y sus años de idealismo no han sido olvidados y siguen siendo evocados con nostalgia por todo lo que supuso ese intento, no ya de cambiar, sino de dar la vuelta al orden establecido.
Nunca sabremos qué hubiera sucedido si parte del ejército no se hubiera levantado en armas el verano de 1936 y la obra reformista iniciada hubiera proseguido con una economía en recuperación y, también, con unos extremismos atemperados por el paso del tiempo. Pero, en parte, también en este enigma sin solución radica el romanticismo y el misticismo acerca de la II República Española; un sentimiento que desembocó en que parte de una generación se siga considerando apátrida, porque la patria en la que creyeron y por la que lucharon fue borrada tras la guerra y nunca se recuperó.